LA IGLESIA PALMARIANA

La Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz es una escisión de la Iglesia Católica. Algunos periodistas, ensayistas y antiguos seguidores han definido a esta organización como una secta.

El 30 de marzo de 1968, cuatro niñas dijeron que se les había aparecido la Virgen María en la finca de La Alcaparrosa, a un kilómetro de la aldea de El Palmar de Troya, una pedanía de Utrera, en la provincia de Sevilla.


El 11 de abril una mujer muy religiosa llamada Rosario Arenillas dijo que había visto a la Virgen con el manto del Carmelo en el mismo lugar. El 6 de junio la sevillana María Luisa Vila acudió a la finca y dijo tener un éxtasis místico en el que Jesús le administraba la comunión y, según testigos, al abrir la boca tenía en ella una oblea ensangrentada. En verano de 1968 también dijeron sufrir éxtasis místicos en el lugar Antonio Romero, Manuel Fernández, José Navarro, Antonio Anillos y Arsenia Llanos.

En la zona se construyó un altar.

El 15 de octubre de 1968 acudieron por primera vez Clemente Domínguez y Manuel Alonso Corral, por aparente curiosidad. Manuel Alonso trabajaba en una correduría de seguros que utilizaba el padre Serafín Madrid para financiar sus obras de caridad. Cuando Manuel Alonso se implicó en El Palmar fue expulsado de la casa de seguros.

Clemente y Manuel acudieron a una misa celebrada por un sacerdote jesuita cerca de la finca. Durante la misa María Luisa Vila dijo tener una visión de la Virgen. Posteriormente se toparon con María Marín y Nectorio María que dijeron tener una visión de Jesucristo. A partir de ahí decidieron ir habitualmente. Allí conversaron con las videntes y presenciaron sus éxtasis y ambos declararon tener una aparición de una cruz luminosa. Rosario Arenillas y Clemente dijeron tener una visión de Jesús y del Padre Pío. Pocos días después María Luisa Vila declaró tener la misma visión. Clemente, en los meses posteriores, afirmó que tuvo más visiones similares.
Clemente Domínguez

Clemente y Manuel empezaron a llevar un retrato de Jesús (la Santa Faz) para rezos en los que se producían éxtasis. Clemente afirmó sufrir estigmas (señales o marcas que aparecen de forma espontánea en el cuerpo de algunas personas, casi siempre místicas cristianas) durante sus visiones, como una cicatriz con forma de cruz en la frente y llagas en las manos. Estas visiones y estigmas, según el propio Clemente, también se producían en la pensión de Sevilla donde vivía. Una vez dio a conocer una cicatriz en su costado de 10 centímetros, que era un supuesto estigma de la Sagrada Lanzada.

En 1970 una supuesta aparición mariana le dijo que las aguas de un pozo de la zona eran milagrosas y que producía curaciones. En la zona había un lentisco que había intervenido en algunas de las citadas visiones. La Virgen del Palmar se puso en el lentisco.
Clemente Domínguez

En 1972 recibieron una donación de 16 millones de pesetas de la anciana baronesa del Castillo de Chinrel. Clemente y Manuel realizaron viajes por Estados Unidos, Canadá, diversos países de América Latina y de Europa. Una familia de Wisconsin, propietaria de una marca de electrodomésticos, se convirtió en una gran donante de la orden. Buena parte de las donaciones que recibía la congregación provenían del extranjero. En sus viajes, además de recaudar fondos, creaban sedes palmarianas. Algunos investigadores han afirmado que detrás de la orden religiosa había un fraude fiscal. Las personas donarían una cantidad a la orden palmariana y recibirían un certificado diciendo que habían donado una cantidad superior y, a través de las exenciones de impuestos por donaciones a órdenes religiosas, el donante terminaba evadiendo impuestos. Ese sistema haría que la orden viviera en la opulencia, recibiendo donaciones de todo el mundo.

En 1975 una supuesta aparición de Jesús pidió la construcción de un santuario en la finca de La Alcaparrosa. La construcción del templo comenzó con dinero recaudado a los devotos y con un crédito concedido por el Banco Central de Utrera.

Todo empezó con Gregorio XVII (1976-2005), nombre papal de Clemente Domínguez Gómez, apodado La Voltio por frecuentar ambientes nocturnos antes de convertirse en vidente, y que sufrió un accidente de tráfico donde perdió sus dos ojos. Se proclamó Papa del Palmar de Troya poco después del fallecimiento de Pablo VI y estableció una férrea disciplina para los seguidores de la Iglesia. Según algunos reportes, mantuvo relaciones sexuales con obispos y acosaba a los novicios de menos edad.

Le siguió Pedro II (2005-2011), nombre con el que gobernó Manuel Alonso, socio principal de Clemente Domínguez y de quien se dice que fue el verdadero cerebro detrás de la Iglesia del Palmar de Troya. Fue sucedido por Gregorio XVIII: su verdadero nombre es Jesús Ginés Hernández, es un ex-militar procedente de Murcia. Es culpable de que de nuevo la Iglesia Palmariana esté de moda, pues abandonó la misma por amor. Y con la fuga llegó Pedro III, el Papa actual, de quien se sabe bien poco. De hecho la mejor fuente de información sobre este Papa es el propio Ginés Hernández, que cuenta que es un obispo suizo.

La Basílica de la Iglesia del Palmar de Troya es una impresionante construcción iniciada en el año 1976 y finalizada hace apenas diez años, y que materializa el deseo de Clemente Domínguez de tener su propio Vaticano. Tal basílica se ubica en una superficie de 3500 metros cuadrados, rodeada de un muro de seiscientos metros de diámetros y cuatro de altura. Según el libro El Negocio de la Virgen (2004), su valor ascendería a los trece millones de euros.

Basílica Palmariana

Tras su proclamación como Papa del Palmar de Troya, Clemente Domínguez dictó una serie de normas muy rígidas en su Decreto Apostólico de 1978, que van desde la instauración de la misa tridentina (en latín) hasta un código de vestimenta en el cual la mujer ha de llevar velo y no ponerse nunca pantalones y el hombre ha de ir vestido “con dignidad y decencia”, esto es, manga larga y camisa cerrada (incluso en verano). A media que pasaban los años, Gregorio XVII añadiría normas aún más severas, como la prohibición de ver cine, la televisión, leer la prensa o relacionarse con personas que no pertenecieran al culto. El dimitido Gregorio XVIII llegó a prohibir hasta el ir a la playa.
Las mujeres palmarianas deben vestir con velo, y nunca usar pantalones, según las normas de la Iglesia Palmariana.
Este "sectarismo" se ha combinado históricamente con una vigilancia permanente que ha originado trastornos psicológicos muy graves a algunos de sus fieles. El caso más conocido es el de un sacerdote cubano que se llegó a cortar el pene y los testículos y con un punzón se perforó el ojo derecho para poder redimirse de sus pecados.

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